Estado del vehículo encontrado este jueves en el barranco del Poyo. | Las Provincias |
  • El cuerpo de la mujer, continúa en paradero desconocido, al gual que los otros dos desaparecidos. El Ford Focus de Elizabeth lo han encontrado en el barranco del Poyo, en el término de Quart, cerca de A3

Los equipos de la Guardia Civil y de la UME han encontrado este jueves en el barranco del Poyo el vehículo de una Elizabeth Gil, una de las tres personas que aún siguen desaparecidas desde el 29 de octubre tras la DANA. El coche está destrozado pero se encuentra vacío, por lo que el cuerpo de Elizabeth sigue sin aparecer. Los agentes han podido identificar que se trata del vehículo de la mujer, que en el momento de la riada tenía 37 años, porque han hallado la documentación con su nombre en el interior del automóvil.

Se trata de un Ford Focus, en el que viajaban Eli y su madre, Elvira Martínez, que sí apareció sin vida. El operativo llevaba buscando el vehículo y a la desaparecida en un amplio terreno entre Cheste y Chiva. El vehículo estaba irreconocible pero sí han logrado identificar algunas piezas del chasis, mientras que la documentación sí se encontraba en buen estado en el interior.

No obstante, al pasar tres meses desde la tragedia, sus familiares, como también los de las otras dos personas desaparecidas, han iniciado los trámites legales para la declaración de fallecimiento de sus seres queridos, a través de los juzgados de Picassent y Requena, cabezas de los partidos judiciales de los municipios donde se produjeron las desapariciones.

Las dos mujeres, madre e hija, iban al trabajo al hotel La Carreta, en Cheste, muy cerca del circuito de motociclismo, cuando les sorprendió la riada y no pudieron ponerse a salvo.

El tío de Eli y hermano de Elvira, Ernesto Martínez Alfaro, que es quien ha asumido la portavocía de la familia, se había mostrado convencido de que el cuerpo de su sobrina sería encontrado en el interior del vehículo cuando este fuera hallado, pero no ha sido así. El punto donde estaba el coche es exactamente el mismo donde han sido encontradas las siete personas que desaparecieron en la carretera de Cheste cuando trataban de llegar a la autovía de Madrid.

Las cinco zonas donde la Guardia Civil y la UME mantienen los operativos de búsqueda son el barranco del Poyo entre los términos de Chiva y Quart de Poblet, las riberas de los ríos Magros y Júcar desde Montserrat a Cullera, el cauce del río Turia en el término de Pedralba, el parque natural de la Albufera y la franja costera entre Pinedo y Cullera, en busca de los tres desaparecidos.

En los dispositivos participan agentes del Grupo de Reserva y Seguridad (GRS), guías del Servicio Cinológico con perros adiestrados en la detección de restos cadavéricos, un equipo de buzos del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) y guardias civiles del Grupo de Rescate Especial de Intervención en Montaña (GREIM). En el barranco del Poyo, donde se continúa buscando a Eli, han aparecido más de un centenar de vehículos en los cauces y surcos de grava y los rastreos con perros adiestrados, pero por el momento ni rastro de Elizabeth Gil.

El nivel del agua alcanzó más de dos metros de altura en esta zona. Los equipos de búsqueda utilizaron detectores de metales para localizar y desenterrar algunos de los vehículos que arrastró la riada en los términos de Chiva y Cheste. Decenas de coches quedaron sepultados bajo una capa de grava, y otros fueron localizados entre amasijos de ramas, plásticos y barro a ras de cauce. En la práctica totalidad de los vehículos no había ninguna persona atrapada, como también ha sido el caso de Eli y su madre. Sus ocupantes lograron salir y se pusieron a salvo en la mayoría de los casos, pero otros murieron y sus cuerpos aparecieron días después.

Además de Elizabeth, tras la dana que se cobró la vida de 224 personas siguen desaparecidos José Javier, un hombre de Pedralba que se encontraba junto a su hija (una joven con síndrome de Down cuyo cuerpo sin vida sí fue hallado), y Francisco, el abuelo que salvó a sus dos nietos tras ubicarlos en el techo del vehículo cuando les pilló la riada por Montserrat.