Preside la Misa del Domund para toda España, al ser Valencia este año sede nacional de la campaña
El Arzobispo de Valencia, Mons. Enrique Benavent, ha presidido esta mañana en la Catedral la celebración de la Misa del Domund para toda España, al ser Valencia este año- junto a las diócesis de Orihuela-Alicante y Segorbe-Castellón- sede nacional de esta jornada y en ella ha agradecido la labor y presencia de los misioneros y misioneras porque “entregan y gastan su vida para abrir a las personas y a los pueblos al horizonte de la gran esperanza que es Dios”.
“Todos somos conscientes de la gran labor de los misioneros y misioneras en los países más pobres. Se encuentran con todas las formas de pobreza humanas, materiales y espirituales ante las que no pueden permanecer indiferentes. El anuncio del Evangelio va acompañado en este caso por la práctica de la misericordia, por la lucha contra las injusticias del mundo para que no se ahoguen las esperanzas de los pobres”.
El Arzobispo ha recordado que “ellos siembran el Evangelio no solo con lo que hacen, sobre todo siembran el Evangelio con la entrega de su vida. Porque saben que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo”.
“Esta es la verdadera grandeza de los misioneros y misioneras, no solo lo que hacen sino cómo lo hacen, la espiritualidad desde que lo viven. Viven en su vocación como entrega de la propia vida y de este modo son verdaderos sembradores de esperanza porque su vida se convierte en grano de trigo que cae en tierra y muere para producir fruto”, ha añadido.
“Vivimos en un mundo que ahoga demasiadas esperanzas y que, por ello, dificulta muchas veces que las personas puedan abrirse a Dios”
Este año celebramos el Domund en el marco del Año Jubilar de la Esperanza y, por ello, el Arzobispo ha asegurado que ello nos tiene que hacer presente “que los cristianos estamos llamados a anunciar y sembrar la esperanza en nuestro mundo”.
Sin embargo, “cuando contemplamos la realidad que nos rodea, no podemos no sentir dolor ante el hecho de que con demasiada frecuencia las personas, en lugar de abrir horizontes de esperanza en la vida de nuestros hermanos, nos dedicamos a ahogar la esperanza de los demás”, ha afirmado.
Así, “se matan las esperanzas de las víctimas inocentes de las guerras y las injusticias. Se mata la esperanza de los no nacidos y de los enfermos que están en la última fase de la vida. Se mata la esperanza de los pobres que no encuentran caminos para escapar de su pobreza. Se mata la esperanza de aquellos que no tienen a nadie que les escuche cuando reclaman sus derechos. Vivimos en un mundo que ahoga demasiadas esperanzas y que por ello dificulta muchas veces que las personas puedan abrirse a Dios con esperanza”.
Y en este mundo, “es fácil caer en la tentación de perder la esperanza en que la situación pueda cambiar, en la tentación de desanimarse y dejar de luchar, en la tentación de pensar que las cosas son como son y no vale la pena esforzarse para cambiar nuestro mundo, para luchar por un mundo que sea cada día más digno del ser humano y en el que todos tengan razones para abrirse a Dios que es la meta última de la esperanza de todo ser humano”.
“La ausencia de temor de Dios es la causa de la indiferencia frente a las injusticias que sufre el prójimo”
Precisamente, “la ausencia de temor de Dios es la causa de la indiferencia frente a las injusticias que sufre el prójimo”. Según Mons. Benavent “aquí encontramos la raíz de por qué a menudo las personas ahogamos las esperanzas de los demás”.
Sin embargo, “quien abre su corazón a Dios desde la verdad de su vida descubre que debe abrir horizontes de esperanza en la vida de los demás. Quien no tiene presente a Dios en su vida no tiene presentes las necesidades de los otros, ni le importan las injusticias que sufren los otros, porque él mismo acaba convirtiéndose en injusto”.
Pero, como ha recordado el Arzobispo, refiriéndose a la presencia de los misioneros, “gracias a Dios hay personas que no caen en esta tentación y son para todos nosotros un testimonio de lo que todos deberíamos ser. Hoy, de un modo especial, los tenemos presentes en nuestra Eucaristía”.
“El conocimiento de Cristo abre el horizonte de la esperanza en el corazón del mundo”
Por tanto, el “anuncio del Evangelio no es un elemento secundario o marginal en la misión de la Iglesia, sino que es lo fundamental. Es el conocimiento de Cristo lo que abre el horizonte de la esperanza en el corazón del mundo. El anuncio de la esperanza que es Cristo se hace creíble cuando se siembran esperanzas concretas en los corazones de aquellos con los que nos encontramos en el camino de la vida”.
“A menudo conocemos a personas que se encuentran en situaciones tan difíciles que no encuentran una salida en su vida. En estas situaciones, a menudo se quiebra la esperanza en Dios. El Papa Francisco, en la Bula de Convocatoria del Jubileo que estamos celebrando, la Esperanza no defrauda, nos recordaba que las obras de misericordia son obras de esperanza”, ha asegurado.
Igualmente, “en la Iglesia no debemos preocuparnos únicamente por el éxito de nuestras empresas y proyectos, sino por el fruto de la siembra del Evangelio. Cuando nos preocupamos por el éxito pensamos que éste se debe a nuestras obras. En cambio, cuando nos fijamos en el fruto sabemos que eso es obra de la gracia de Dios que toca el corazón de las personas para que se convierta. Es entonces cuando la gracia toca el corazón, cuando se alumbra la verdadera esperanza en el corazón del mundo”.
Por eso, “hoy es un día para orar por los misioneros y misioneras. Gracias a su predicación, a su testimonio y a su entrega, el Evangelio se difunde por todo el mundo. Les estamos agradecidos y los llevamos en el corazón porque nos recuerdan que la misión no sólo es una cosa suya, sino que no debe ser ajena a nuestra vida como cristianos”.
«Hoy pedimos a Dios que haga fructificar su entrega. A la Santísima Virgen María que acompaña con su presencia la vida de la Iglesia en todos los momentos de su historia y en todos los lugares donde el Evangelio es anunciado, le encomendamos a todos los que entregan su vida en el anuncio del Evangelio. Ella, con su presencia y su silencio, les acompaña, los guía. Ella también evangeliza porque toca el corazón de las personas, que todos los misioneros y misioneras sientan su compañía y su protección, que así sea”.
Un día para manifestar nuestra comunión el Santo Padre
Igualmente, con la Jornada del Domund, bajo el lema ‘Misioneros de Esperanza entre los pueblos’, el Arzobispo ha recordado que hoy es un día también para “manifestar de una manera especial nuestra comunión con el Santo Padre, que lleva a todas las Iglesias en su corazón, pero que de un modo especial tiene que cuidar de las más necesitadas de apoyo”.
“Que esta comunión con el Santo Padre se exprese hoy con nuestra ayuda en favor de las obras misionales pontificias, de modo que él pueda ayudar al sostenimiento de estas Iglesias«.
La Misa del Domund, retransmitida por 13TV, ha contado con la participación del director de Obras Misionales Pontificias, José María Calderón; del Vicario de Evangelización de la archidiócesis de Valencia, Melchor Seguí, y representantes de las delegaciones de Misiones, entre ellos, Francisco Ferrer delegado para la archidiócesis de Valencia.
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Fotografías: Víctor Gutiérrez / Delegación Medios Comunicación Arzobispado de Valencia